Constituimos una comunidad católica de oración, apostolado y vida.
Comunidad de Oración
Alentamos a la unión con Dios mediante un camino de oración, que parte de los grados de oración ordinaria a la contemplación infusa intentando ser una auténtica escuela de oración, donde el encuentro con Cristo es expresado en acción de gracias, alabanza, adoración, contemplación, escucha y devoción ardiente hasta que el corazón se enamora de verdad (Novo Millennio Ineunte, 33).
La comunidad Convivencia con Dios vive esta escuela de oración mediante la fidelidad a la oración mental cotidiana, pero sobre todo, la oración carismática; con ella cada uno, expresándose libremente, ayuda, sostiene y alimenta la oración de los demás.
También mediante el discernimiento de espíritu, ejercitado con transparencia ante el grupo y ante el acompañante espiritual (Acompañamiento), que en sí es un valiosísimo regalo del Espíritu Santo.
Nuestros encuentros formales e informales siempre comienzan con la oración (muchas veces a través de nuestro método propio: las contemplaciones actuadas) y el discernimiento grupal de esa oración.
A la doctrina clásica de la oración, incorporamos los aportes que la Renovación Carismática ha ido descubriendo. Y los ponemos en práctica en nuestra oración personal y comunitaria.
Como escuela de espiritualidad, a lo largo de las convivencias y talleres y en nuestras publicaciones ofrecemos todas las herramientas necesarias para crecer en el camino de la oración mental ordinaria y contemplativa.
Comunidad de apostolado
Convivencia con Dios es una comunidad profética, nuestra principal misión es invitar a convivir con Dios y a convivir con todos nuestros hermanos.
Proponemos un mensaje de amor contagioso, optimista, unificador, dirigido a los que el Padre quiera llamar.
Estamos dispuestos a dar razón de nuestra esperanza, con modestia y sencillez y ofrecemos a quienes lo deseen, una experiencia de Dios que movilice.
Nuestra vocación de testigos nos hace testimoniar: proclamar la verdad del Evangelio y alentar lo positivo que encontremos en cualquier parte como semillas del Verbo Eterno, más que combatir lo negativo.
Todo esto no se detiene en lo descriptivo ni en lo preceptivo sino en la exhortación y anuncio de una nueva esperanza: la exultación profética ante un Dios Salvador.
Procuramos contagiar la alegría de ser amados por Dios, de servir a quienes nos necesitan, de aprender, progresar y compartir, de emprender proyectos comunitarios y consolidar la unidad fraternal. Por eso, enseñamos a encontrar a Jesús resucitado en nuestras alegrías terrenales y sentir el Evangelio como el secreto revelado que humaniza y aporta vida nueva.
En este marco, nuestro apostolado principal es ofrecer a la Iglesia las Convivencias con Dios.
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También realizamos encuentros, retiros y talleres para parroquias, congregaciones y grupos laicales que lo solicitan, siempre en el marco de los cuatro objetivos o misiones que rigen la vida apostólica de nuestra comunidad.
Comunidad de vida
La comunidad Convivencia con Dios es una comunidad de vida. Intentamos perpetuar la experiencia que durante seis días tenemos en las Convivencias con Dios, creciendo en la unión con Dios y con los hermanos.
Los miembros de la comunidad, a los que llamamos cecistas, la experimentamos como una familia donde nos sentimos amados y atraídos a amar, no con un amor genérico y formal, sino de todos a cada persona en concreto.
Eso atraía a los paganos en los primeros siglos del cristianismo: ¡Miren como se aman! Y eso es lo que intentamos vivir e irradiar a través de nuestra vida comunitaria.
En ese marco nuestros encuentros siempre tienen espacio para compartir la vida y prolongamos en ese compartir de manera informal, en salidas comunitarias, festejos familiares y acompañamiento en las circunstancias de prueba o de dolor, con espíritu evangélico.
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